sábado, 8 de julio de 2017
viernes, 7 de julio de 2017
Registro fotográfico - Wuaka sagrada en homenaje al Indio Kilme 1666-1999
Wuaka sagrada en homenaje al
Indio Kilme 1666-1999
El monolito está ubicado en la
plaza San Martin (Mitre y Rivadavia, Quilmes). Esta escultura homenajea al
Indio Kilme y a Isabel Pallamay, última cacique.
En su parte alta se observa un
bloque de piedra que representa a un Indio Kilme. Fue tallado por el
descendiente kilme Francisco Yapura en la Ciudad Sagrada de Quilmes, provincia
de Tucumán. El monumento tiene cuatro caras. En dos de sus caras muestra una
cruz andina o chacana. En otra cara presenta el dibujo de una rana, muy común
en la iconografía diaguita, que simboliza el agua o la lluvia. En otro lateral
se puede leer una frase: "En el sendero de Kilmes hay una piedra que late
es la sangre derramada que desde abajo combate".
Lleva una placa en
homenaje a Isabel Pallamay, nacida en cautiverio en la reducción de los Kilme,
que fue la primera mujer en acceder a un cacicazgo en territorio sudamericano y
en el mundo. Es un lugar de reunión del colectivo indígena de Quilmes. El 14 de
setiembre se realiza frente a la Catedral, rodeando el monolito, en homenaje
recordatorio a la cacica kilme que hizo un juicio en reclamo de sus derechos de
cacicazgo y lo ganó. Sus restos alguna vez descansaron en el atrio de esa
Catedral donde estuvo el primer cementerio de Quilmes.
jueves, 22 de junio de 2017
viernes, 9 de junio de 2017
¡Por Dios!
American Gods: virtudes del formato audiovisual veRsus el libro
Por: Carla Miranda
“Una cuestión que siempre me ha intrigado es qué sucede
con los seres míticos cuando la gente emigra fuera de su tierra natal. (...)
Una vez se me ocurrió preguntar por qué esos seres no se encuentran en
Norteamérica, y mis informantes (…) dijeron: “Les asusta cruzar el océano, la
distancia es demasiado grande”, y señalaron también que Jesús y los apóstoles
jamás pusieron un pie en Estados Unidos.”
Richard Dorson (1971): A
Theory for American Folklore. American Folklore and the Historian,
University of Chicago Press
El reciente estreno en abril de 2017 de
la serie American Gods por Starz trae una propuesta extraña y con explosión
de color a la televisión. Está basada en la novela del mismo nombre del
escritor británico Neil Gaiman. El bestseller
fue publicado en el año 2001 con reedición por el 10° aniversario de la obra con
cambios y correcciones -dicho por el autor en el prólogo “es unas doce mil
palabras más larga”- en 2011. Definitivamente es una serie muy esperada por los
fans de culto del mundo Gaiman.
Descubrí a Neil Gaiman por un video
que me pasó un amigo una vez que estaba un poco bloqueada creativamente. Me
hechizó cómo habla, recita y rima. El video era de un discurso en el que daba
consejos y motivaba a artistas que se egresaban de Artes a crear: “Make good
art” (Haz buen arte). Y es un consejo que me sirvió mucho en lo personal: “creá
los días buenos y los malos también”. Después llegué al comic Sandman y me enamoré de cómo escribe. Me
fascinaron los mundos que crea. Miré la película de animación Coraline y leí el libro (no me importó que
la vendedora de la librería me dijera que era una novela juvenil). Y también
miré Stardust. Un día, un crítico en
la radio comentó sobre el libro American
Gods, nombró a Gaiman y yo paré la oreja como un perro que escucha un
llamado. A los pocos días estaba de paseo por la librería Entelequia. Nos encontramos entre bateas con luz divina, nos vimos y
nos fuimos a casa juntos.
No me decepcionó el libro. Me gustó
que saliera con una propuesta para público adulto. Y si bien la traducción no
era muy buena –me dio la sensación de que estaba traducido muy literal- era muy
visual. Es muy descriptivo. Los personajes, lugares y sueños me los imaginaba
en dibujos con movimiento. Los dioses me parecían verosímiles: -¡Tienen que
hacer la película! No, no… mejor una mini serie, pensé.
Cuando me enteré por posts del autor en su blog de que había aceptado el proyecto
para hacer la serie se imaginan mi emoción. Me convertí en una especie de cura
evangelizador recomendándoles a todos mis amigos y familia que lo leyeran.
¿De qué trata el libro? La trama gira
alrededor de lo que le pasa a Shadow Moon (Ricky Whittle) después de salir de
la cárcel. Unos días antes de cumplir la condena de tres años su esposa, Laura
(Emily Browning), muere en un accidente de autos. Lo liberan antes para que
pueda ir a su velatorio. En el aeropuerto conoce a Wednesday (Ian McShane) quien le ofrece trabajo en
un encuentro que parece casual, pero después va revelando que conoce cosas del
pasado de Shadow. El género mezcla ciencia ficción, con fantasía y algo de
terror. Los capítulos están divididos entre dos historias: la aventura de Shadow
(de la mano del timador Wednesday) y cómo fueron migrando los dioses antiguos
hasta Norteamérica.
Dioses antiguos -sobreviviendo como
pueden- contra los dioses modernos en la geografía norteamericana y los sueños,
siempre presentes en sus relatos. Este contexto de ficción le sirve a Gaiman para
hablar de la inmigración, la puja entre lo viejo y lo nuevo; y hacer una
reflexión o crítica a la sociedad de consumo ¿Qué veneramos o qué cultos
profesamos actualmente? Dinero, tecnología y medios de comunicación.
¿Qué le puede atraer al que no leyó el
libro? En lo visual la serie sorprende y mucho ya desde la apertura con un
tótem posmoderno con luces de neón. Es impactante en la fotografía y efectos
especiales. Acá podemos decir que hicieron “buen arte”. En el estilo tiene mucha
huella de Bryan Fuller y de David Slade (conocidos por la película Hannibal) con escenas de sangre en
cámara lenta y momentos de violencia extrema (como con la pelea/sacrificio con
que arranca el primer capítulo de la serie).
El casting muy variado con actores
conocidos y caras nuevas, creo que los va a seducir. Puede resultar un poco
lenta al principio y difícil de detectar para donde va la trama. Si tienen
paciencia puede llegar a atraparlos por lo onírico, la mitología y lo extraña
que es.
¿En qué no defrauda a los lectores? La
forma de contar las dos historias es bastante fiel al libro, vale la pena que
lo hayan trasladado al mundo audiovisual. Quizás puedan ser un poco chocantes
las escenas de desnudos forzados y sangre. Por otro lado, creo que van a amar –al
igual que los neófitos- la fotografía y actuaciones como las de Ian McShane y
Guillian Anderson (Media, era la agente Scully en X Files). Personalmente me cuesta empatizar con el actor que
interpreta a Shadow en la serie, no sé si es porque lo opacan los actores más
experimentados, la ropa le queda muy ajustada o le falta trabajar el personaje.
La banda sonora es interesante pero rara a la vez, en ciertas escenas parece puesta
por capricho de director al estilo Tarantino. Los efectos especiales, sobre
todo en los sueños de Shadow y en los dioses modernos como Mr World (Crispin
Glover), son espectaculares. Superan y enriquecen lo que imaginaba en la
lectura. En definitiva American Gods
es un manjar para los ojos y la imaginación, pero sin libro no habría cena.
GAIMAN,
Neil (2013): American Gods. Edición X
Aniversario, Avellaneda: Rocaeditorial.
jueves, 8 de junio de 2017
martes, 6 de junio de 2017
Adiós
Renació. Abrió los ojos y la
luz encandiló su mirada. Tomó una bocanada larga, se dio vuelta y se sentó. Tosió y escupió agua. Tocó el
piso. Era húmedo y frío. Arena blanca como marfil. Una ola le tapó las piernas.
Giró su cabeza de izquierda a derecha trataba de comprender dónde estaba.
Recordaba que anoche estaba en un barco. Era una fiesta. Gente que reía y
chocaba sus copas. Apretó la vista y se masajeó la frente con la mano
izquierda. Una discusión. Recordó resbalarse en la cubierta de popa. Recordó el
golpe y luego la arena. De repente una luz intensa se asomó en el horizonte. Un
amanecer color violeta. Se paró torpemente. Admiró el mar. Sintió la brisa.
Caminó adentrándose en el mar con los brazos extendidos en dirección al sol. Las
olas cubrieron su cuerpo hasta la cabeza. Se vio un destello azulino muy fuerte.
Fugaz. Una gaviota voló hacia el oeste.
jueves, 1 de junio de 2017
Velada en tiempo pasado
Por
Carla Miranda
Domingo, 28 de mayo. Noche fría invernal. Fin
de mes. Llevo campera y bufanda. Y hay poca gente en la calle. Más de uno habrá
dicho: - “Pero que fea fecha eligieron para tocar en un bar”, pero Rie y su ambiente cálido le dio un buen
color al fin de semana.
La bienvenida al bar -ex casona remodelada- con luces bajas, mesitas de dos personas,
barra con cerveza tirada y ricos aromas desglosándose de la cocina hicieron por
un rato que no importe que: “-Mañana es lunes”. Al fondo un escenario pequeño con
pared de ladrillo a la vista en uno de sus lados, piso de madera, cortina roja atrás
y un cuadrito de bordes dorados en el centro arriba que decía “RIE”. En el
escenario cuatro músicos, con vestuario informal, probando sonido.
Presente
continuo está compuesta por Juan Miguel Gonzalez (bajo y
composición), Alessandro Juarez (batería), Alejandra Leoz (teclado) y Luis
Mauregui (guitarra). Se inició en 2016 con el objetivo de hacer música
original, instrumental, con sonoridad eléctrica y con espacio para improvisar
sobre formas establecidas.
Después de una charla bizarrísima con Luis,
el guitarrista, subieron a tocar alrededor de las 21.30 horas. El bajista fue
el presentador de la banda y de todos los temas. Escuchamos versiones de jazz
instrumentales originales del compositor, sesionista y profesor de bajo Juan
Miguel Gonzalez: Dice, Domingus, Rent,
East Erika, You and me y The days are
getting shorter. También algunas versiones de jazz como uno de Mal Waldrow
que se llama Warm Canto y uno de
Charles Mingus que se llama Ecclusiastics,
anunciándolos humildemente como “esto es lo mejor que tocamos”.
Demostraron muy buena técnica y que se
entienden entre ellos como músicos. Noté mucho ensayo en estudio y que suelen
tocar en vivo, por lo menos, cada integrante por separado porque me comentaron al
finalizar el show, mientras cenaban pizza, que está es su segunda presentación
con esta formación.
La verdad es que disfruté mucho de la noche.
Fue un poco molesto que las meseras pasaran bastante seguido abriendo y
cerrando la puerta para ir al patio (la próxima debo elegir mejor ubicación
porque me distraía un poco). Sacando esa anécdota, igualmente me divertí. Fue
una buena previa para arrancar la semana bien cargada de buena vibra. Mis temas
preferidos, de los que interpretaron, fueron: Dice con la que abrieron la fecha, Rent y East Erika (la
que invito a escuchar a los curiosos, hay algunos videos por Youtube) en la que parece que discuten o dialogan una estrofa de funk con
otra de jazz.
Escuché música de calidad, acompañada de una pinta
rubia Golden y exquisita hamburguesa
casera (las cuales recomiendo probar si pasan por el bar bernalense Rie).
Personalmente quiero volver a escucharlos en
vivo, ojalá les sigan saliendo fechas para tocar y por los pagos el sur. Presente continuo, una fina e interesante
fusión de funk y jazz en un tiempo verbal bien plantado.
martes, 30 de mayo de 2017
Adicta
En la manera de amar
debe el mar una tarea:
soltar marea y la cuerda,
la que queda más adicta.
Inquieta suele soñar
quiere besar, cae muerta.
debe el mar una tarea:
soltar marea y la cuerda,
la que queda más adicta.
Inquieta suele soñar
quiere besar, cae muerta.
miércoles, 3 de mayo de 2017
“Masaje de Jazz descontracturante”, Carla Miranda
El último viernes de abril, me dirigí en tren
a escuchar el segundo concierto del ciclo
"Pianos múltiples" en la Universidad de Quilmes. Una noche de
otoño templada, despejada, sin viento y agradable a pesar de algunos mosquitos
rondando.
Ya en la entrada de la
Unqui, se
respiraba un relajado clima de cierre de la semana. De camino al auditorio se advertían
los preparativos de otro concierto y fiesta en el patio de la universidad.
Los cortes de calles, por arreglos y obras en
Bernal, no impidieron que la audiencia, de alrededor de cincuenta personas, llegara
sedienta y curiosa de música al Auditorio del primer piso de nuestra querida
Universidad de Quilmes.
Nos pidieron aguardar afuera
mientras se escuchaba que los músicos afinaban los instrumentos. Alrededor de
las 20:00 horas abrieron las puertas de la sala enteramente iluminada. Ansiosos
fuimos ocupando asiento en las sillas negras. Adelante del escenario al nivel
del piso nos aguardaban los artistas, un vistoso piano negro, un pie con
partituras, un saxo y un clarinete, los dos últimos apoyados en sus soportes de
piso.
Un ambiente contento en el
que se hicieron chistes con que el público se había acomodado mayoritariamente
del lado izquierdo de la sala sugiriendo que todos vinieron a verlo a Pepe “porque
es el que está soltero” para romper el hielo.
El presentador Diego contó que la universidad
está estrenando piano, por este motivo surgió la idea de armar el ciclo. En
este marco es que se invitó al dúo de jazz platense,
Pepe Angelillo en piano con Pablo Ledesma en saxo y clarinete, para el segundo
concierto de un ciclo que promete seguir seduciéndonos en los próximos
encuentros. Los simpáticos músicos aprovecharon esta oportunidad para presentar
su tercer disco llamado “Hommage”. Para comenzar Pablo pidió apagar algunas
luces creando un clima íntimamente cálido.
La audiencia respetuosa escuchó atentamente y
elogió aplaudiendo todos los temas. Escuchamos composiciones de jazz clásico
con mezclas de contemporáneo y experimental.
Los veteranos músicos dialogaron poco con el
público durante la muestra. Pablo presentaba cada tema y luego de anunciarlo lo
buscaba con dedos veloces entre partituras antes de comenzar.
Se notaban miradas de complicidad entre ellos
y gestos de deleite mientras tocaban, lo que me dió la pauta, sin conocerlos de
antemano, de que tocan juntos hace mucho tiempo. Lo vi a Pepe morderse los
labios, cabecear y asentir mientras acariciaba sus solos de piano. Gesticula
mucho mientras toca se le nota que se divierte. Pablo se mostró primero más
rígido, como si tardara en entrar en calor. Pero luego, se balanceaba con el
ritmo y contorneaba su cuerpo tocando explayado su saxo. Lo mismo con el
clarinete.
En lo personal algunos temas los escuché saboreándolos
a ojos cerrados meciendo la cabeza y moviendo los pies. Y, a pesar de la luz
tenue, me inspiraron ganas de garabatear un poco con mi birome. Dejando dos
siluetas plasmadas en mi cuaderno como recuerdo del encuentro. Una figura de
Pepe de perfil con su cabellera rulosa, anteojos, con su sweater arremangado, mirando
la partitura y sus manos tocando el piano. La otra del calvo Pablo, parado de
frente, con lentes, vistiendo un chaleco abrigado y tocando su saxo.
Cerraron el concierto agradeciendo a Diego
Mascaró la invitación, anunciando adorablemente que tenían su disco en venta: “Hay
que dar de comer a dos familias”, dijo Pepe; y se despidieron con un aplauso extendido
de toda la concurrencia. Un concierto breve que no se prolongó más de una hora,
dejándonos con ganas de masticar más jazz.
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