jueves, 24 de abril de 2014

Bolsas blancas (Primera parte)

Quilmes, 4 de septiembre de 2010

DIARIO “EL QUILMEÑO”

MISTERIOSA DESAPARICIÓN DE DIRECTOR DE CINE AMATEUR LOCAL
La policía investiga si Sergio González, director de cortos gauchescos fue asesinado

Pasaron tres semanas desde que su hermana hiciera la denuncia. No se sabe nada de su paradero. El director de cine presentó su último film “El fin de Recabarren”, basado un cuento corto de Borges “El fin” y el “Martín  Fierro” de José Hernández, el pasado 20 de agosto en el sexto festival de Cine Under. Su película tuvo una excelente recepción del público a pesar de que los gauchos “pasaron de moda”. La policía no tiene ningún indicio. Sospechan de un posible fanático. Era la primera vez que el festival pasaba un largo, es famoso por promover la producción de cortos fílmicos en la región.

Son las tres de la mañana cuando suena el teléfono del comisario y detective José Jimenez.
Recostado boca abajo manotea el teléfono:
-¿Pancho? – dice una voz familiar.
-Seeee… ¿Quién es? – dice el comisario.
-Venite a la comisaría ¡urgente! Desapareció tu sobrino…No se fugó, parece que lo mataron pero no lo encuentran por ningún lado.
Pancho se levantó perezosamente, se acomodó sentado en la cama. Se puso las manos en la cara tratando de desperezarse y le respondió:
-Banca que me cambio y ¡ya salgo payá!

Se levantó y fue al baño, pensaba que no le gustaba que le dijeran Pancho, aunque lo era. Era una persona de poca reacción. Si lo apuraban se tomaba un mate primero y después salía. Pero era muy bueno detectando mentiras y en los interrogatorios. Por eso correr chorros y andar por la calle no era lo suyo, y lo sentaron a entrevistar sospechosos.

Ya en la comisaría le pasaron los pocos datos que tenían. Su sobrino, Sergio, ya no tenía a sus padres. La mamá había fallecido de cáncer hace 10 años y su hermano Ernesto, papá de Sergio, no aguantó la soledad y se pegó un tiro. Episodio que Sergio, y su hermana Laura, nunca superaron del todo. Pancho se había convertido en su referente para todo. Por eso cuando Pancho llegó a la comisaría y encontró a Laura llorando algo adentro se le partió. Laura no estaba sola. Estaba con Ana, esposa de Sergio, que Pancho notó muy tranquilita.
-No pasa nada Laurita, seguro que anda de viaje “El Sergio”. –dijo el policía José para calmar a Laura. Y volteándose a mirar a Ana dijo: -A vos te veo re pancha Anita ¿estás bien?
-Es que no me quiero adelantar a los hechos. La gente anda diciendo que a Sergio lo mataron, pero a mi hasta que no me traigan el cuerpo no me lo creo. Por ahí tenía otra… tarde o temprano la tienen…Tantas actrices, tantos castings…para mí se fugó con otra, pero hay que esperar a ver que averiguan ustedes ¿no Panchito? – dijo con sarcasmo Ana.


A Pancho nunca le cayó bien esa “víbora”, como solía referirse a Ana. Siempre le pareció una vividora y que no lo amaba a Sergio. Pero lo que más le molestaba de Ana era que era poco o casi nada femenina. Cuando Sergio y Ana se casaron, fueron a vivir a la casa de los abuelos maternos de Sergio, que Pancho nada tenía que ver ahí. Pero esa casa: antigua, chalecito, era donde Sergio y Laura prácticamente se criaron jugando, escondiéndose detrás del piano de cola de la abuela Nelly o amasando pasta para tallarines los domingos en la mesa larga de panadero que se encontraba en el living. Ana al mes de casados revoleó todos los muebles a la calle o los vendió junto con cuanto juguete viejo se le cruzó en la limpieza. Sergio nunca le perdonó eso y que regalara el tocadiscos. Lo único que safó fue el proyector de Super 8. Y Sergio le pidió a su tío Pancho que se lo escondiera en su casa.

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